30 abr 2009

último juevesdemiercoles de abril

30 abr 2009

28 abr 2009

Naty, la brava

28 abr 2009
Se llama Naty Menstrual. Naty por Natalia Oreiro y Menstrual porque se identifica con la cosa sanguinaria de lo femenino. Es escritora, es travesti, es actriz, es desinhibida, es apasionada, es fuerte. Publicó un libro de relatos, Continuadísimo. Tiene un blog. Dice que no la discriminan. Dice que no se atreven.



Naty. La Naty de San Telmo. La Naty con sus pocas mechas rubias. La Naty maquillada pero no como una puerta. La Naty con su cartera Andy Warhol, su vestido floreado, sus pulseras. Sentada en un ciber, la Naty chatea y su interlocutor tiene una foto de un pene. De una pija, dice ella. La saludan a la Naty. Le piden ayuda porque la Naty entiende de cámaras de fotografía digital, pasa mucho tiempo en el ciber. Es que no tiene computadora en su casa, la Naty prefiere el barrio, la gente.

¿Sos muy cibernética, Naty?
No, no mucho. Yo estoy con mis amigos, con mi familia, escribo, hago mi vida, y me cuesta mucho. Hay cosas que me cuestan mucho, que ahora no vienen al caso. Pero, por eso no tengo tiempo. Soy cibernética por algo específico, o porque estoy escribiendo, o porque busco una pija, o porque, me gusta un tipo, punto. Porque me gustan los ilustradores y los fotógrafos, me he pasado horas buscando fotos que me gustan.

Pasa una vecina, coqueta la vecina, y felicita a la Naty. Le dice que le puso la tapa a Chiche. Le dice que muy bien que le puso la tapa a ese viejo pelutudo. La Naty agradece, se indigna, se enorgullece.

¿Qué sentiste en el programa de Chiche Gelblung, cuando te dijo que no eras travesti, que no eras escritora?
Y en el momento fue, ¿sabés qué?, la misma situación que puede ser una discusión con alguien desconocido. Una se acostumbra a cruzar por diferentes situaciones, o sea, para una persona que vive una vida común, a mi vieja por ejemplo, la llevás ahí y se desmaya, se asusta, o llora. Pero yo subo a los colectivos así vestida como me estás viendo, entonces, ¿qué me puede decir Chiche? No fue ni más ni menos violento que una persona desconocida con la que discuto en la calle. Yo le puse la tapa, tenés que aprender a enfrentarte a ciertas cosas. Él es un pelotudo, y hay mucha gente peor que él.

¿Te pasa muy seguido que en la calle te griten cosas?
A mi no. Por suerte nunca. Yo creo que también tiene que ver con uno mismo.

Leí que la gente te cuenta sus intimidades. ¿Por qué crees que te pasa eso?
Por ahí me cruzo a la vecina y me cuenta, charlando. Yo creo que inconscientemente voy a llevando a eso. Tal vez yo la habilito para que me cuente que se traba la bombacha y que se la garcha el marido, porque yo puteo, porque soy guasa, y porque soy desinhibida.

¿Vos naciste en San Telmo?
No, no. Naty Menstrual sí. Ahí está el tema. Yo me sentí bien acá, pero fueron causalidades. Creo que si hubiera llegado a Pompeya ahora estaría como chancho con el almacenero, con la vieja, con el puto, con la marica, con el travesti, con todo el mundo. Es algo que me pasa, voy a una fiesta y charlo, me divierto, y eso pasó acá. San Telmo me encantó es un lugar muy especial.

¿Por qué?
No se, son cosas de piel, del aire, de la noche, del día. Hay dos lugares en mi vida que yo conocí y que sentí en mi piel, que si me dijeran en donde quisiera morir, para mi hay solo dos opciones, morir en San Telmo, o morir en Lisboa. Lisboa, tiene algo de San Telmo, tiene esa cosa melancólica, gris, poética. San Telmo tiene cosas como si fuera literatura, creo que uno podría escribir cualquier cosa; a partir de una puerta o una ventana de San Telmo podrías hacer una novela, una historia de amor, una historia de odio. Es precioso. Y para mi es muy significativo porque acá empecé a escribir, escribí toda mi vida, pero acá empecé con más fuerza.

¿Qué te inspira?
La vida, tan sencillo como eso. Escribir es catártico y es orgásmico. Yo termino un cuento, y es como un parto, porque me sale la cosa compulsiva.

¿Qué pensás cuando te comparan con Roberto Arlt?
Me encanta, y me parece que quizá es un proceso inconsciente. Yo he leído cosas de él, pero si ahora dicen que soy buena escritora, yo digo que soy pésima lectora. Leo muy poco. A Roberto Arlt… me lo comía. Los cuentos de Roberto Arlt me acompañaron durante toda la vida. Yo soy del oeste y me acompañaron en los viajes de colectivo, del sube. Leí los Siete Locos, Rajá Turrito, rajá… ¿te acordás de esa frase?

¿Alguna vez pensaste que ibas a terminar publicando un libro?
No, la verdad que no. Creo que nunca fue una fantasía mía. Había gente que me decía por qué no publicaba. Pero, ¿qué querés, que sea el pelotudo que va vendiendo el libro por todos lados? Yo conocí a un chabón que había publicado su propio libro e iba con un bolso todos los días por la ciudad comerciándolo. Eso no me parece ni mal ni bien, pero yo no lo haría. Me parecía un boludo. ¡No me rompas más las bolas con tu libro! Estaba tomando algo, y aparecía con el libro. Estaba bailando y aparecía con el libro. Estabas en un telo y salía de debajo de la cama con el libro. Me pareció, sí muy interesante la incursión en el blog, sin saber lo que iba a hacer después. Porque yo no estaba obligando a nadie a comprar nada. Estaba compartiendo algo con la gente.

Tus relatos son muy fuertes ¿Cuándo los relees después de un tiempo, que pensás?
No, yo no me pongo a pensar. Yo escribo.

Último jueves de miércoles...


26 abr 2009

Prospecto

26 abr 2009
Pasamos años cavando con palas pequeñas y frágiles. El tiempo corría y nuestras herramientas se hacían cada vez más pequeñas y más frágiles. Pero cavar cada vez el mismo hoyo para encontrar siempre el mismo metal se tornó aburrido.Escapamos.
Éramos concientes de que nuestra huída enfurecería a los dioses, cosa que ocurrió. Entonces, cuando miramos hacia atrás vimos bandadas enteras de aves negras enfurecidas que volaban para atraparnos y nubes que avanzaban para obnubilarnos. Sabíamos que la vida real no era normal. No pregunten cómo nos salvamos de las fieras, pero nos salvamos. De las nubes también.
Ya no será necesario excavar siempre la misma tierra, pensamos, y nos pusimos felices. Pero los dioses no, no nos perdonaron. Quisimos pactar. En tales condiciones un trato no le viene mal a nadie. Pero los dioses son los dioses; y se negaron a llegar a un acuerdo con dos mortales deseosos de saber qué hay más allá de las tierras de Deméter.
Seguimos corriendo, porque estaban furiosos. Nos perdimos.- ¡Señor! ¿Dónde estamos? – le preguntamos a un fotógrafo que pasaba.- Están en la rue de Huchette.- dijo, sin despegar la mirada de la minúscula pantalla que le colgaba del cuello.
El fotógrafo siguió su camino. Anochecía. Nunca nos miró. Siguió, con la cámara bamboleándose sobre su estómago. Pero nosotros sí lo miramos, y de repente vimos también que un fuego sin color avanzaba por la rue: otra vez los dioses. Corrimos desesperados, éramos demasiados jóvenes para morir.
Malas noticias: el fuego sin color que corrió al anochecer por la Rue de la Huchette nos alcanzó. Buenas noticias: no morimos. Pero ardemos. Soportando la quemadura, encontramos a un hombre muy flaco, alto y barbudo que nos dijo que ardemos dentro y fuera. Ardemos en nuestra obra, incurables, perfectamente incurables.
Ahora sabemos que nadie nos curará del fuego sordo, del fuego sin imagen que corre al anochecer por la rue de la Huchette. Cuando seamos poderosos, tomaremos venganza contra los dioses. Pero ese es otro cantar. Bienvenidos a la rue de la Huchette. Transiten con cuidado. Y a su suerte.


Los bicéfalos.
 
Design by Pocket
This template is brought to you by : allblogtools.com Blogger Templates