Afuera llueve y hace frío, mucho frío. En su casa, Luz Maggio unta miel en una galletita y relata con alegría su experiencia con Radiohead.
- Nunca me pasó que me gustara tanto un grupo contemporáneo a mí –admite.
No tiene apuro. Ha terminado su día laboral y sólo queda su tiempo, el tiempo para su música y sus letras. Allí, ella dispone. O ellos.
Luz vive con su esposo, Nacho Martí, voz y pluma de De Un Sur, e, involuntariamente, proyector de quien entonces era su novia al oficio de letrista. Hace algunos veranos, la abuela de Luz era enterrada cuando su nieta vio una imagen cruel e inspiradora.
- Bajaba el cajón de mi abuela y yo veía en la tumba de al lado un caminito de hormigas que estaban comiéndose las flores de las tumbas de al lado.
Luz volvió a su casa, escribió y dejó aquello allí, apenas como un testimonio de aquella tarde triste. Pero su novio de entonces y hoy esposo, le encontró otro destino.
- Yo no le daba importancia a lo que escribía, él (por Nacho) sí le daba importancia. Yo lo negaba. Y entonces él estaba haciendo canciones y tomó lo que yo consideraba deshechos para hacer sus canciones. Y esa es la canción “De un sendero”, que está en el repertorio de De Un Sur.
Fuera de la anecdótica canción, Luz continuó colaborando con la banda escribiendo y cantando. Ella siempre había cantando, desde pequeña, desde los tiempos en que estudiaba Bach y Mozart en Trenque Lauquen. En casa, el folklore de cada mañana y los tangos de su abuela marcaron los inicios de Luz en la música popular.
- Mientras mis amigos escuchaban Los Piojos o Ramones yo escuchaba música clásica. Era como la rarita del curso que en los recreos se iba a tocar el piano – dice, divertida.
Su desembarco en La Plata, dice, le abrió el oído. “¡No había escuchado Spinetta hasta los veinte años!”. Aquí encontró un abanico de músicas, artistas y personajes que le abrieron un mundo nuevo, donde ella cabía.
- Yo vivía con chaqueño que tenía un grupo de música contemporánea que se llamaba Ek, y ellos escuchaban toda música rara. Estaba dentro de lo académico pero era más experimental, digamos. Y después conocí gente que escuchaba música brasilera, conocí a Eduardo Mateo, la música uruguaya y me re copó la música latinoamericana.
Pero, admite, “pasar de grado” fue descubrir el rock inglés y, especialmente, Radiohead.
- Si bien yo escuchaba a los Beatles desde mi infancia por mis hermanos, en esa época que me vine a estudiar todo lo derivado de lo germánico me daba un poco de asco, por una cuestión cultural. Me había agarrado un conciencia re social y me daba bronca el imperialismo y demás, por lo que no escuchaba nada de música inglesa. Pero cuando conocí Radiohead me encantó.
Pero Luz vino a La Plata a estudiar Letras. Ella, como otros, se imaginaba escribiendo novelas y cuentos, ensayos. Pero no música.
- Cuando estaba en la facultad, la música quedó media relegada; Nacho (su marido) hacía música, mi hermana hacía música, tenía amigos que hacían música y yo estaba como media podrida de la música.
En esa época, nada era fácil. Ella estudiaba, avanzaba y escribía, pero (como siempre) la facultad no era lo esperado. Tal como lo soñaba, las escenas y personajes de novelas se le venían a la mente todo el tiempo. Pero la presión ganaba: antes de sus historias ficticias, estaba la lineal realidad de las fechas, los parciales y las planillas de los profesores. La estimulación era nula y la escritura episódica.
- Eso me llevaba a escribir de una manera muy desordenada. Entonces a lo largo de la carrera te vas sintiendo inhibido para crear. Lo que pasa es que llega un momento en que es tanta la necesidad de recibirte que te olvidás de crear.
De lo que quedó, dice Luz, mucho es rescatable: “quedaron un montón de textos, cuentitos. Cosas a las que yo a veces vuelvo y me encantan, pero me parece que por ahora van a quedar ahí”.
- Yo voy en bici (porque ando en bici todo el día) canto cosas que no sé de dónde vienen, y por ahí en algún momento empiezo a pensar que algo de eso me gusta y llegó acá (su casa), lo grabo y queda.
Así dan sus primeros pasos las letras de Luz.
- Y capaz que un día vuelvo a escuchar eso que grabé y digo “mirá qué bueno” esto puede ser una canción. Y también, por ahí tengo cosas escritas que no son letras de canciones, son escrituras de no sé qué, que pueden adaptarse.
Ahora, esas canciones no son feudo sólo de De Un Sur; Luz ha formado su banda y presenta sus propios temas, en formato cuarteto. Matías Patinho, en guitarra, Lisandro Giménez, en cello, y Turco Sturia, en acordeón, la acompañan en un repertorio que, por ahora, no supera los diez temas. “Canciones tengo un montón, pero arregladas par tocar serán siete”, dice, y se entusiasma con el disco que grabará a mediados de julio. La producción, cuenta, será de entrecasa, pero la voz será registrada en un estudio, donde se destaquen las letras, como a ella le gusta.
- La música tiene ese costado superficial y frío; son tipos que meten notas así, a lo cabeza y nunca piensan lo que están haciendo. Y las discusiones que había con los chicos de De Un Sur tenían que ver con eso, porque no le daban importancia a lo que estaba escrito. Para mí la música es un arte que tiene mucho de superficial; te podés abstraer tanto que todo puede no tener sentido.
Ahora, lo que queda es saltar el rótulo de “letrista-colaboradora” de De Un Sur, para hacer su propio nombre en la escena local, a fuerza canciones cuidadas e interpretaciones sentidas.
- Yo, al haber escrito algunas canciones de De Un Sur, tengo más tiempo como compositora de la banda que con lo que es mi proyecto solista.
Eso, fuera de los gajes del género. Pero en ese terreno mejor no meterse, aunque la entrevistada sea la más amable de las anfitrionas:
- Es muy complicado para la mujer. A mí lo que me ha pasado muchas veces es que en mi myspace, donde yo muestro mis canciones sin hacerme la diva, me escriben cosas del tipo “agregame al chat” o “te invito a salir”. Eso primero me causa gracia y luego bronca, porque mi producto musical queda atrás de la cuestión sexual. Es algo común que la mujer tenga que ser la que canta, y que debe ser medianamente linda, tiene que bailar, moviéndose de determinada manera. Y el hombre si es croto y sucio, a veces es mejor.
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